domingo, 14 de noviembre de 2010

[ PETHER SMITHSON//javier subira]

En alabanza a las puertas de los armarios.
Pether  Smithson
Estos pensamientos acudieron a mi mente mientras estaba en el baño sin pensar en nada y delante de seis sencillas puertas de armario.
Detrás de esas puertas del armario del cuarto de baño hay:
Muchos tarros de mermelada…
Otros tantos d salsa de grosella roja…
Rollos de papel higiénico…
Pastillas de jabón…
Toallas de todos los tamaños…
Artículos de limpieza de zapatos en una vieja caja del ejército…
Cestitas de picnic…
Canasta de picnic…

Objetos empaquetados en cajas para exhibir en la época correspondiente del año: Navidades…Pascua…Noche de  Guy Fawkes… Halloween…
Una máquina de coser… y por supuesto, más, mucho más.
De repente pienso: qué invento maravilloso es la puerta de armario.
Los armarios son necesarios porque simplifican la recuperación y facilitan el manejo de contenidos heterogéneos.
Las puertas de los armarios son necesarias para llevar estos contenidos heterogéneos al nivel preciso de atención entre las miles de cosas que nos rodean dentro y fuera de la casa: aunque tirásemos la mayoría de nuestras posesiones, la vista puede atravesar  la puerta o la ventana abiertas; y el cerebro -y a veces también el corazón- la sigue.
Detrás de la puerta de los armarios puede haber secretos… futuros placeres escondidos. Y los placeres de la anticipación son los más intensos: caramelos para los niños, regalos de cumpleaños, artículos navideños.

Detrás de la puerta de los  armarios pueden esconderse cosas peligrosas.
Detrás de la puerta de los armarios las cosas pueden almacenarse en cantidad, de este modo la prudencia no parece glotonería.
Lo que el armario es a la casa, la casa lo es a la ciudad.
Del mismo modo que el armario tiene puertas, la casa orienta su fachada a la calle. Una fachada que, al igual que las puertas de los armarios, lleva los contenidos heterogéneos de la casa al nivel preciso de atención en la ciudad entre las decenas de miles de cosas que requieren nuestra atención.
Para las casas el nivel preciso de atención -si uno mira a su alrededor- es similar en cada período. Una similitud causada por la extrema competitividad en el momento álgido de la moda. Esta similitud es observable también en el aspecto de los coches. (Y en realidad también hay una similitud en el aspecto de la gente y de los animales en cada período).
Raramente en arquitectura el nivel preciso de atención -el sentido de lo apropiado- está relacionado con el individuo y sus pertenencias concretas: los contenidos heterogéneos de la casa-armario. Raramente es la fachada a la calle resultado directo del contenido específico.
En la Iglesia romana la Hostia se guarda en un armario. Nosotros los protestantes lo consideramos idolatría. Sin embargo, guardamos nuestras Biblias en el armario de la biblioteca.
Una habitación puede ser un armario.
Un coche es un armario: en su interior, estamos abiertos los unos con los otros: el mundo exterior es un sueño.
El marco de un cuadro es una clase de armario poco profundo; pero algunos cuadros, especialmente los de Piero della Francesca, parecen denostados por el marco o el cristal: necesitan vivir al aire libre.
Cuanto más pienso acerca de las puertas de mis armarios más creo que su estilo debe proceder del lenguaje desarrollado a lo largo de toda la vida. Si tiene coherencia, entonces tal vez pueda lograrse ese nivel preciso de atención dentro del tejido de la ciudad.
Este texto es una versión revisada del artículo publicado en ILA & UD Annual Report 1980

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