Pero es evidente que esa “solución” no agota nuestro trabajo sino que mas bien comienza a partir de ahí. La razón “arma” un esqueleto funcional que permite que un coche se mueva o que un edificio pueda ser usado con comodidad y sentido común pero no compramos un coche solo porque ande de forma duradera (damos por supuesto que si no es así no nos sirve) ni vivimos un edificio solo para circular, sentarnos o poder ir al baño.
Afortunadamente somos mucho mas que todo eso. Somos unos seres encantadores que sentimos y nos emocionamos con la amistad, la compañía y la presencia de otros y tambien nos emocionamos y sentimos la belleza natural. La Arquitectura (y la ingeniería en un coche, en un puente) pone en nuestras manos la magia de poder realizar artificios que, ademas de útiles, esten también cargados de belleza y puedan llegar a emocionarnos. En todas las épocas hemos sido capaces de hacer esto y no hace falta que os recuerde los miles de ejemplos maravillosos de lo que estoy diciendo.
Construimos en una ciudad o en un paisaje y, aunque no quisiéramos, lo transformamos. Depende en buena parte de nosotros que esa transformación aporte algo positivo a ese lugar. Que lo haga mas bello (aunque siempre habrá opiniones). Emocionar no es fácil. No muchos lo consiguen pero ¿porqué no intentarlo?.
Por tanto la componente de BELLEZA de nuestro trabajo es también esencial para nosotros. Su percepción es distinta para las personas y también cambia con los lenguajes y las épocas aunque en esto es tambien conveniente aprender a mirar y ver. Me puede emocionar igualmente un esclavo de Miguel Angel que una pieza de Chillida aunque probablemente cada uno despierte rincones distintos de mi sensibilidad.
Por tanto en todo proyecto – en todo edificio, que para eso proyectamos- hay, debe haber, una VOLUNTAD PLÁSTICA Y DE CREACIÓN DE BELLEZA en su formas y sus espacios, que nuestra principal materia, la luz, se encargará de revelar si la dejamos adentrarse en los vacíos y la manejamos habilmente. Dentro de la idea que cada uno pretenda desarrollar aparecerán por tanto todas las posibles componentes de la forma sólida y de los espacios(vacíos) (forma, proporción, serenidad o movimiento o ambos, ligereza o gravedad, transparencias, opacidades, materiales, texturas ,color etc, )todo aquello que es capaz de despertar en nosotros una percepción a traves de todos nuestros sentidos y… tal vez… emocionarnos. La emoción estética existe en todas las artes y en la medida en que manejamos estos resortes una parte de nuestra profesión es también artística y por tanto creativa.
A veces esa imágen plástica y creativa se obtiene directamente de la buscada repetición de elementos como en el habitat de Montreal mientras en otras hay una busqueda emocional del espacio como en el patio de la Postparkasse de Otto Wagner en Viena. En todas ellas sin embargo se llega a los resultados despues de una elaboración larga en la que unos dibujos suceden a otros hasta que las lineas se afirman y se encuentra la respuesta....personal.
Hay contenidos de esa creatividad- los mas profundos - que son intemporales como antes decía. Pero pertenecemos a nuestro tiempo. Me puede emocionar –lo hace - un texto de Shakespeare, pero si hoy quisieramos decir lo mismo no lo diríamos como él. Tenemos los lenguajes de nuestro tiempo, que cambian mas rapidamente que nunca y que es necesario conocer e investigar.
Una de los aspectos mas apasionantes de la arquitectura es esa relación entre la IDEA que se quiere transmitir y la FORMA de ser expresada (leer a Louis Kahn: Idea e Imágen)), que intenta entender las palabras de su tiempo hasta desarrollarse en todos sus detalles.
El Guggenheim de Gehry en Bilbao, el de Wright en Nueva York y la Fundación Beyeler de Piano en Basilea son tres museos. Los tres son edificios justamente celebrados pero yo admiro especialmente de los dos últimos esa intima relación entre la idea y la forma en que se expresa. Del edificio de Bilbao mucho mas su capacidad de transformación urbana y su valor escultórico y mucho menos esa relación comentada, pues su expresión parece valer igual –marca de la casa- para un parque infantil o unas bodegas.
Es evidente que no es lo mismo una escuela que un almacén con pupitres aunque se pueda calefactar, cumplir todos los Códigos Técnicos, llevar a los chicos y darles clase. La buena arquitectura intenta siempre ese algo o mucho mas en el que acabamos reconociéndonos y disfrutando todas nuestras capacidades y emociones. Entonces queremos ir alli y quedarnos. Como en la Escuela de Siza en Oporto o en las piscinas ....... JMS
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